El Miércoles de Ceniza la Iglesia marca el inicio de la Cuaresma, tiempo de
preparación a la Pascua que termina el Jueves Santo después de mediodía,
recordándonos a los cristianos que somos creaturas, que esta vida es tan sólo
una preparación y que nuestro verdadero destino es llegar a Dios en la vida
eterna.
Al momento de la imposición de la ceniza sobre nuestras
cabezas, el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado
original: “Acuérdate, hombre,
de que eres polvo y en polvo te has de convertir”,que recuerdan a los
fieles tres verdades fundamentales: su nada, su condición de pecadores y la
realidad de la muerte.
El Miércoles de Ceniza obliga a guardar ayuno, abstenerse de comer carne y se recomienda participar en la liturgia de la imposición de la ceniza.
El Miércoles de Ceniza es el
día que comienza la Cuaresma en la tradición cristiana, es decir, el período de
40 días que precede a la Semana Santa. Este día, los cristianos reciben una
cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el
Domingo de Ramos el año anterior. Al imponer la ceniza, el sacerdote pronuncia
las palabras Memento homo, qui pulvis es et in pulverem reverteris("Recuerda,
hombre, que eres polvo y al polvo volverás"). Se trata de recordarle a los
creyentes que la vida es pasajera. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma el
lunes previo y no celebra el Miércoles de Ceniza.
El Miércoles
de Ceniza es momento de ayuno y abstinencia. De hecho, que justo antes se
celebre la festividad conocida como "carnaval" no es ninguna
casualidad. El término "carnaval" significa "adiós a la carne", y su
origen se remonta a los tiempos en los que, por falta de sistemas de
refrigeración adecuados, los cristianos debían acabar, antes de que empezara la
Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período
(no solo carne, sino también leche, huevos, etc.). Y organizaban grandes
banquetes que acabaron convirtiéndose en fiestas más largas.
FUENTE: VIVE LA SEMANA SANTA
Autor: Redacción
Autor: Redacción
CAMBIA EL AMBIENTE:
EMPIEZA EL CAMINO CUARESMAL DE LA PASCUA
Todo debe apuntar hoy al inicio de la Cuaresma como camino hacia la Pascua.
Los varios elementos clásicos en esta ambientación -que trataremos de nuevo el
domingo próximo- deben estar ya presentes desde hoy: el color morado, la
ausencia de las flores y del aleluya, el repertorio propio de cantos...
Al comienzo de la celebración se omite el acto penitencial: se reza o
canta, por tanto, el Señor ten piedad, sin intenciones.
Y cosas que si siempre son importantes, lo son más todavía cuando se inicia
un tiempo con significado más intenso: proclamar de un modo más expresivo y
cuidado las lecturas del día, cantar el salmo responsorial, al menos su
antífona entre las varias estrofas, y hacer una breve homilía, ayudando a entrar
en el clima de la Cuaresma. La Plegaria puede ser una de las de Reconciliación.
-LA CENIZA, UN GESTO QUE PUEDE SER EXPRESIVO
El gesto simbólico propio de este día es uno de los que ha calado en la
comunidad cristiana, y puede resultar muy pedagógico si se hace con
autenticidad, sin precipitación; con sobriedad, pero expresivamente. Como ya ha
resonado y se ha comentado la Palabra de Dios, la imposición de la ceniza
comunica con facilidad su mensaje de humildad y de conversión.
El sacerdote se impone primero él mismo la ceniza en la cabeza -o se la
impone el diácono u otro concelebrante, si lo hay- porque también él, hombre
débil, necesita convertirse a la Pascua del Señor. Luego la impone sobre la
cabeza de los fieles, tal vez en forma de una pequeña señal de la cruz. Si
parece más fácil, se podría imponer en la frente, por ejemplo a las religiosas
con velo. Es bueno que vaya diciendo en voz clara las dos fórmulas
alternativamente, de modo que cada fiel oiga la que se le dice a él y también
la del anterior o la del siguiente.
Si no va a resultar complicado, se podría introducir una manera nueva de
realizar el gesto.
Una fórmula apunta a la conversión al Evangelio: «Convertíos y creed el
Evangelio» (que parecería más propio que se dijera en singular, como la otra es
más interpelante). Mientras que la otra alude a nuestra caducidad humana:
«Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Ahora bien, parece que sería
más educador acompañar estas palabras con dos gestos complementarios: el
sacerdote impone la ceniza a cada fiel, diciendo la fórmula de la ceniza y el
polvo, y a continuación el fiel pasa a otro ministro que está al lado y que le
ofrece el evangelio a besar, mientras pronuncia sobre él la fórmula que habla
del evangelio. No creo que complique mucho el rito, y podría resultar más
expresivo de la doble dimensión de la Cuaresma. Ya se ha experimentado con
éxito en algunas comunidades, tanto parroquiales como más homogéneas y
reducidas.
-LA CONVERSIÓN Y SUS OBRAS
Las tres lecturas de hoy expresan con claridad el programa de conversión
que Dios quiere de nosotros en la Cuaresma: convertíos y creed el Evangelio;
convertíos a mí de todo corazón; misericordia, Señor, porque hemos pecado;
dejaos reconciliar con Dios; Dios es compasivo y misericordioso...
Cada uno de nosotros, y la comunidad, y la sociedad entera, necesita oír
esta llamada urgente al cambio pascual, porque todos somos débiles y pecadores,
y porque sin darnos cuenta vamos siendo vencidos por la dejadez y los criterios
de este mundo, que no son precisamente los de Cristo.
Es bueno que en la homilía se haga notar la triple dirección de esta
conversión que apunta el evangelio:
a) la apertura a los demás: con la obra clásica cuaresmal de la limosna,
que es ante todo caridad, comprensión, amabilidad, perdón, aunque también
limosna a los más necesitados de cerca o de lejos,
b) la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y
familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento
de la Reconciliación,
c) y el ayuno, que es autocontrol, búsqueda de un equilibrio en nuestra
escala de valores, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda
en ayuda a los más necesitados.
Las tres direcciones, que son como el resumen de la vida y la enseñanza de Cristo,
nos ayudan a reorientar nuestra vida en clave pascual.
J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1993, nº 3
MISA DOMINICAL 1993, nº 3