La vocación es un acontecimiento misterioso
en el cual el hombre, dialogando con Dios, adquiere conciencia de una misión
situada históricamente y se compromete en una respuesta concreta
PRINCIPIOS
Y OBJETIVOS DE LA PASTORAL VOCACIONAL
I. Diez
principios de acción de la pastoral vocacional:
1. El
respeto a la acción de Dios que llama. Es Dios quien llama libremente a quien
quiere. Promover las vocaciones significa ir en pos del don de Dios, respetando
profundamente sus designios. Este respeto a la vocación hay que infundirlo en
los padres de familia, en los maestros y formadores y en los mismos candidatos.
Respetar la acción de Dios será al mismo tiempo respetar la libertad del
candidato
2. La centralidad del encuentro con Dios. Si es Dios quien
llama, debemos poner al candidato en contacto con Dios. Hacer pastoral
vocacional es enseñar a las personas a ponerse en manos de Dios, para lo que él
quiera. La educación para la oración deberá ocupar un lugar prioritario en las
actividades vocacionales.
3. El amor por el candidato. Esta debe ser la
única motivación de nuestro trabajo vocacional. Acompañar a un joven en su
proceso vocacional es un acto de misericordia, pues implica ayudarle en la
decisión más importante de su vida. Lo
que nos debe interesar es su felicidad, donde Dios quiera y como él quiera. Los
intereses de la Institución deben pasar a un segundo plano.
4. La comunión y participación. El trabajo
vocacional debe realizarse desde el conjunto de la comunidad eclesial, desde la
armonía de los carismas. La comunión debe llevarnos a amar todas las vocaciones
y todos los carismas de la Iglesia, y trabajar en su favor. La participación se
concreta en los organismos eclesiales para la pastoral vocacional. Hay que
excluir la acción con estilo de francotirador, que mira sólo al propio bien y a
la propia institución.
5. La relación fraterna. Las vocaciones nacen y
crecen en una comunidad de hermanos, por eso, el estilo de la pastoral
vocacional se basa en el contacto personal en el que se comparte la fe y la
vida. El animador vocacional no se presenta “por encima” del joven, antes de
ser maestro o guía, es un hermano en la fe y con una vocación que compartir.
6. El testimonio de los valores evangélicos. Los jóvenes exigen
signos de credibilidad en sus orientadores. La falta de credibilidad es uno de
los principales motivos de distancia con la vida consagrada en general.
Necesitamos presentarnos con claridad y sin fingimiento, como una comunidad de
creyentes que buscamos vivir los valores del evangelio.
7. La vocación en situación y en cambio. Es necesario vivir
y presentar la vocación como un diálogo vital en el hoy de nuestra existencia
vocacional. La vocación no es un recuerdo que conservo, sino una llamada que
hoy me interpela.
Además, a los jóvenes les
interesa cómo estamos respondiendo hoy a las necesidades cambiantes de nuestro
mundo. Recordemos que un recuerdo puede edificar, pero una actitud de fe en el
presente es capaz de conmovernos.
8. La presencia liberadora de Dios y de la
Iglesia. Buscamos invitar a los jóvenes a que respondan de una manera viva
y comprometida a las necesidades sociales y eclesiales del hombre de hoy.
En la pastoral vocacional promovemos
a las personas para que crezcan y maduren, que se formen y sean más libres, y
así, busquen el camino de entrega al que el Señor los invita.
No estamos buscando
vocaciones para la supervivencia de nuestra institución.
9. El seguimiento de los procesos completos. La pastoral
vocacional busca ofrecer un acompañamiento cuidadoso que inicia con la toma de
conciencia de la vocación y culmina cuando tomar una decisión vocacional. Hay
que respetar los ritmos de maduración del candidato y ofrecer una formación
integral. Debemos tomar en cuenta los contextos de la vocación, p.ej. la
familia. Hay que superar los planteamientos puntuales que tienen como única
finalidad el ingreso a la casa de formación.
10. La invitación valiente y clara. Hay que tener el
coraje de llamar y provocar, de anunciar y catequizar, no se trata de insinuar
o disimular. Se tiene miedo de tocar el tema vocacional de manera abierta, no
hay razones para esto.
II. Objetivos de la pastoral vocacional
Objetivos generales:
1. Recordar que la Iglesia tiene una misión que
realizar. La Iglesia tiene el encargo de la evangelización y nuestros jóvenes
deben verlo con claridad y participar en esta misión. Somos llamados para ser
enviados.
2. Ayudar a la toma de conciencia de la dimensión
vocacional de la existencia. La vida de todos está abierta al llamado de Dios y
todos hemos de empeñarnos en responderle aquí y ahora. Toda vida tiene sentido
y urgencia.
3. Trabajar para descubrir el valor de la
complementariedad vocacional. Trabajamos juntos laicos, consagrados y sacerdotes,
todos movidos por el Espíritu Santo y cada uno manifestando su riqueza irrenunciable.
4. Colaborar para que tomemos conciencia de que todos
tenemos una responsabilidad en la pastoral vocacional. Todos debemos de trabajar
por todas las vocaciones.
Objetivos particulares:
1. Presentar con claridad las actitudes vocacionales de
Jesús.
Que los candidatos descubran como Jesús tenía una intensa relación con el
Padre, como buscaba la oración, como tenía un amor especial por su tierra, como
se entregaba al servicio de los demás, especialmente de los más pobres y
enfermos.
2. Abrir espacios de oración vocacional donde los jóvenes
encuentren la posibilidad de compartir en la fe la visión de su propio futuro, sus inquietudes e ilusiones. Es
proporcionar lo que no encuentran en su propio ambiente familiar o social: una
oportunidad de silencio, de oración y reflexión, de contacto con los textos
bíblicos vocacionales; un ámbito comunitario de amistad en la fe, donde se
comparte el anhelo de escuchar la llamada y de responder con alegría. Un lugar
y un tiempo para expresar lo que llevan en el corazón y estimularse mutuamente
en el camino de la fe.
3. Ayudar a descubrir la realidad concreta de la
Iglesia en los servicios que presta. Que se pueda pasar de la percepción del
templo y del culto, al descubrimiento de los salones de catequesis, de las
visitas a los enfermos, de las obras de caridad. El hecho de actuar y colaborar
en la Iglesia es ya un planteamiento vocacional de primer orden.
4. Clarificar el sentido de la auténtica realización
humana
que implica la aceptación de los valores evangélicos de servicio, entrega y
amor a los hombres. Frente a la imagen tan común de las personas consagradas
como disminuidas, acomplejadas, empobrecidas en su dignidad, es preciso hacer
ver las grandes exigencias de libertad y de madurez que exige el camino
vocacional.
5. Hacer descubrir a los jóvenes sus capacidades
personales y de un modo muy especial aquellas que facilitan la construcción de la
Iglesia, como son la colaboración, el servicio, la gratuidad. Descubrirles la
necesidad que tiene la Iglesia de personas que pongan sus talentos a funcionar
en orden al Reino de Dios. La vocación es un don de Dios que conlleva el
desarrollo y la integración de todos los dones que él mismo nos ha dado.
6. Ponerlos en contacto con las necesidades más
urgentes del entorno humano y eclesial. Las necesidades de los demás están a la
base de los diversos planteamientos vocacionales a lo largo de la historia. Se
trata de ayudar a los jóvenes a salir de si mismos y e la vida cómoda que en
muchas ocasiones se les ha fabricado para abrir las fronteras de su percepción
y de su corazón.
7. Facilitar la lectura creyente de los acontecimientos. Llevar a los
grupos de oración la noticia de los acontecimientos y la manera como nos
interpela desde la fe.
8. Ofrecer el testimonio vocacional de los santos como
modelos concretos que la Iglesia propone a nuestra fe en un camino vocacional
específico. Hoy contamos con muchos recursos para esto. El testimonio de los
santos clarifica las posibilidades vocacionales concretándolas en personas
particulares.
9. Presentar a los candidatos un abanico vocacional
suficiente que corresponda a cada etapa
de su proceso. En la medida que se presenten todas las vocaciones
equilibradamente, se abrirá la posibilidad de una mayor libertad para la
opción.
10. Facilitar a los candidatos el contacto con
comunidades vivas que represente realizaciones vocacionales en la vida de la Iglesia.
11. Llevar a su plenitud vocacional el proceso grupal de
crecimiento en la pastoral juvenil y educativa. Ofrecer a la pastoral
juvenil la catequesis vocacional necesaria.
12. Llamar directa y claramente. El promotor debe llamar,
debe provocar una reacción, que invite personalmente a los jóvenes a responder
al urgente llamado de Dios.
PARA TRABAJAR EN LAS
MESAS (leen un texto, contestan las preguntas de manera personal, y luego las
comentan en la mesa, después leen el siguiente texto):
El Documento “Nuevas vocaciones para una nueva Europa”, nos dice en el número
13, inciso c. que hay que dar un “salto de calidad” en la Pastoral vocacional.
Debemos “madurar” en la manera que damos nuestro servicio. Lee el texto
subrayando lo que más te llame la atención.
- Si la pastoral de las vocaciones nació como
emergencia debida a una situación de crisis e indigencia vocacional, hoy ya no
se puede pensar con la misma incertidumbre y motivada por una coyuntura
negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la
maternidad de la Iglesia ,
abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella;
- Si en un tiempo la promoción vocacional se
orientaba exclusiva y principalmente a algunas vocaciones, ahora se debería
dirigir cada vez más a la promoción de todas la vocaciones, porque en la Iglesia de Dios o se crece
juntos o no crece ninguno;
- Si en sus comienzos la pastoral vocacional
trataba de circunscribir su campo de acción a algunas categorías de personas
(«los nuestros», los más próximos a los ambientes de Iglesia, o a aquellos que
parecían manifestar inmediatamente un cierto interés, los más buenos y
estimados, los que habían hecho ya una opción de fe, etc.), ahora se siente
cada vez más la necesidad de extender con valor a todos, al menos en teoría, el
anuncio y la propuesta vocacionales, en nombre de aquel Dios que no hace
acepción de personas, que elige a pecadores en un pueblo de pecadores, que hace
de Amós, que no era hijo de profeta sino tan solo recogedor de sicómoros, un
profeta, que llama a Leví, y entra en la casa de Zaqueo, que es capaz de hacer
nacer incluso de las piedras hijos de Abraham (cf. Mt 3,9)…
- Si una cierta animación vocacional es, o
era, perennemente insegura y tímida, casi hasta aparecer en condiciones de
inferioridad respecto a una cultura antivocacional, hoy hace auténtica
promoción vocacional sólo quien está animado por la convicción de que toda
persona, sin excluir a ninguna, es un don original de Dios que espera ser
descubierto;
- Si el fin, un tiempo, parecía ser el
reclutamiento, o el método de propaganda, a menudo con resultados obtenidos
forzando la libertad del individuo o con episodios de «competencia», ahora debe
ser cada vez más claro que el fin es la ayuda a la persona para que sepa
discernir el designio de Dios sobre su vida para la edificación de la Iglesia , y reconozca y
realice en sí misma su propia verdad (23);…
Para
comentar en el grupo:
-
¿Qué “novedad” es la que más te llama la atención?
-
Después de leer el texto, tú dirías que la pastoral vocacional debería ser:
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El
II Congreso Mundial de Vocaciones, titulado El
desarrollo de la Pastoral Vocacional en las Iglesias Particulares de 1982
dice:
40. Hay que subrayar la importancia de
la comunidad parroquial como ambiente providencial para la eclosión y
desarrollo de las vocaciones consagradas.
Para llevar a cabo este ministerio, la comunidad parroquial dispone de
grandes medios pastorales: la celebración de la Eucaristía y demás Sacramentos,
la oración, el anuncio de la Palabra de Dios, el servicio de la caridad. Es
evidente, pues, la fuerza de animación vocacional que tienen las comunidades
parroquiales empeñadas en las actividades apostólicas, abiertas a las
necesidades de las misiones, dedicadas particularmente al servicio de los
pobres, de los abandonados, de los marginados. … 43. En este marco, la pastoral
vocacional consiste esencialmente en la iniciación para participar de modo
concreto y activo en la vida y en la misión de la Iglesia particular. La
búsqueda vocacional se realiza especialmente en la comunidad parroquial, en la
cual los jóvenes tienen su participación y responsabilidad … Trabajando en la
comunidad, los jóvenes descubren la realidad en la que viven y los ministerios
y servicios de los que la comunidad tiene necesidad. Y los compromisos de hoy,
si tal es el designio del Señor, pueden preparar una consagración definitiva
para toda la vida.
Iluminados
por este texto, ¿qué significará “vocacionalizar una comunidad parroquial”?
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El
Plan de Pastoral Orgánica 06-10 de la Arquidiócesis dice en su número 32:
Falta una mayor conciencia vocacional
que nos permita valorar el llamado de Dios a la vida cristiana, y a responder
con sentido eclesial y generosidad, según los carismas y en el estado de vida
al que Él nos llama para el servicio de la comunidad.
Si
queremos crecer en la “conciencia vocacional”, necesitamos favorecer una
“cultura vocacional”. ¿Cómo consideras que podríamos hacer esto?
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El
Documento de Aparecida nos dice:
314. En lo que se refiere a la formación de los
discípulos y misioneros de Cristo, ocupa un puesto particular la pastoral
vocacional, que acompaña cuidadosamente a todos los que el Señor llama a
servirle a la Iglesia en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el estado
laical. La pastoral vocacional, que es responsabilidad de todo el pueblo de
Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana, debe
dirigirse a los niños y especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir
el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno,
acompañándolos en su proceso de discernimiento. Plenamente integrada en el
ámbito de la pastoral ordinaria, la pastoral vocacional es fruto de una sólida
pastoral de conjunto, en las familias, en la parroquia, en las escuelas
católicas y en las demás instituciones eclesiales. Es necesario intensificar de
diversas maneras la oración por las vocaciones, con la cual también se
contribuye a crear una mayor sensibilidad y receptividad ante el llamado del
Señor; así como promover y coordinar diversas iniciativas vocacionales (181).
Las vocaciones son don de Dios, por lo tanto, en cada diócesis, no deben faltar
especiales oraciones al “Dueño de la mies”.
Después de leer el texto, tú dirías que la
pastoral vocacional debería ser… (3 afirmaciones):
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282. Cada sector del pueblo de Dios pide ser
acompañado y formado de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que ha
sido llamado: el obispo que es el principio de unidad en la diócesis mediante
el triple ministerio de enseñar, santificar y gobernar; los presbíteros,
cooperando con el ministerio del obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que
les es confiado; los diáconos permanentes en el servicio vivificante, humilde y
perseverante como ayuda valiosa para obispos y presbíteros; los consagrados y
consagradas en el seguimiento radical del Maestro; los laicos y laicas que
cumplen su responsabilidad evangelizadora colaborando en la formación de
comunidades cristianas y en la construcción del Reino de Dios en el mundo. Se
requiere, por tanto, capacitar a quienes puedan acompañar espiritual y
pastoralmente a otros.
El acompañamiento es
indispensable para responder a nuestra vocación. ¿Cuáles son las principales
limitaciones que vivimos en nuestros acompañamientos y cómo podríamos
mejorarlos?
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