El Boletín
“Voces de Nuestra Tierra” del Noviciado Común PANAM empieza el
segundo número. Los novicios me invitaron a compartir unas reflexiones sobre la
vocación misionera y su importancia en
la vida de la iglesia como un animador
vocacional en Paraguay entre los jóvenes de hoy. Trato de compartir alguito con
los cohermanos novicios en este Boletín.
La
vocación misionera es un "santo
desespero" porque Jesucristo sea conocido y amado, como el padre Betancourt decía. No es
un simple "llamadito interior", sino una voz que llama a gritos y que
mueve a quien la siente a apasionarse por la misión de que Jesús sea conocido y
amado. Es un llamado especial de Dios a aquellos a quienes ha elegido para
anunciar la Buena Noticia de la Salvación, a todos aquellos que aún no lo
conocen.
La
vocación misionera se manifiesta como una pasión por Jesucristo y por hacerlo
conocer a los demás, suscitando en el misionero aquellas palabras de Pedro y
Juan: "No podemos callar lo que
hemos visto y oído" (He 4,20). Callar es también un pecado porque no
hacemos el mandato de Cristo.
Desde
pequeñez, me soñaba
que un día voy a llegar a ser un misionero. Este sueño
siempre me seguía hasta que ingrecé a una Congregación de San José en
Vietnam (después se unió con la SVD, y ahora se llama San Jose-SVD Vietnam). Mi
sueño como un misionero se ha hecho realidad porque
he profundizado mi vocación misionera y sigo viviendo esta vocación
felizmente.
Un
Misionero es aquel que conoce y ama a
Jesucristo y hace que otros también lo conozcan y lo amen. Me encanta la
canción “Alma Misionera” y a menudo lo canto a solas : “Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten mis ganas
de vivir, Donde falte la esperanza, donde todo sea triste simplemente por no saber
de Ti…”.
En los viajes al interior del país para animar a los jóvenes
vocacionales, aunque estoy muy cansado, a veces no entiendo nada lo que la
gente del interior del país habla (porque hablan el Guaraní), trato de regalarles
las sonrisas, lo que nunca me falta. Me llama la gente un Pa’i de humor, de
amabilidad. Son ventajas que puedo acercarme a la gente sencilla y los jóvenes
del interior del país, los que son muy tímidos cuando se comunican con gente
extraña. Como santa Teresita decía “Mi vocación es amor”. También yo quiero
decir simplemente : “Mi vocación misionera es una sonrisa de Cristo” porque
Jesucristo es un amigo de sonrisa, de alegría y de felicidad. Si cada uno sabe
descubrir su talento propio que Dios nos da y ama a Jesucristo sinceramente,
también puede hacer que otros lo aman.
Hemanos! Estamos en tiempo de Cuaresma, el tiempo de preparación para
nuestra fiesta mayor, la Pascua. Vivamos bien y hagamos los talentos que Dios
nos reparte. No le importa que hacemos las cosas grandes pero hagamos las cosas
pequeñas con un gran
alma, es alma misionera, vocación misionera que Dios nos infunde y nos quiere hacerlo que crezca. Sean felices porque un
santo triste es un triste santo. Hasta pronto.
-
P. Antonio Tran Xuan Sang, SVD -
Administrador
del Noviciado y Animador Vocacional