viernes, 24 de febrero de 2012

KÍNH CHÀO TẤT CẢ ( HOLA A TODOS)




El Boletín “Voces de Nuestra Tierra” del Noviciado Común PANAM empieza el segundo número. Los novicios me invitaron a compartir unas reflexiones sobre la vocación misionera y su importancia en la vida de la iglesia como un animador vocacional en Paraguay entre los jóvenes de hoy. Trato de compartir alguito con los cohermanos novicios en este Boletín.
La vocación misionera es un "santo desespero" porque Jesucristo sea conocido y amado, como el padre Betancourt decía. No es un simple "llamadito interior", sino una voz que llama a gritos y que mueve a quien la siente a apasionarse por la misión de que Jesús sea conocido y amado. Es un llamado especial de Dios a aquellos a quienes ha elegido para anunciar la Buena Noticia de la Salvación, a todos aquellos que aún no lo conocen.
La vocación misionera se manifiesta como una pasión por Jesucristo y por hacerlo conocer a los demás, suscitando en el misionero aquellas palabras de Pedro y Juan: "No podemos callar lo que hemos visto y oído" (He 4,20). Callar es también un pecado porque no hacemos el mandato de Cristo.
Desde pequeñez, me soñaba que un día voy a llegar a ser un misionero. Este sueño siempre me seguía hasta que ingrecé a una Congregación de San José en Vietnam (después se unió con la SVD, y ahora se llama San Jose-SVD Vietnam). Mi sueño como un misionero se ha hecho realidad porque he profundizado mi vocación misionera y sigo viviendo esta vocación felizmente.
Un Misionero es aquel que conoce y ama a Jesucristo y hace que otros también lo conozcan y lo amen. Me encanta la canción “Alma Misionera” y a menudo lo canto a solas : “Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten mis ganas de vivir, Donde falte la esperanza, donde todo sea triste simplemente por no saber de Ti…”.
En los viajes al interior del país para animar a los jóvenes vocacionales, aunque estoy muy cansado, a veces no entiendo nada lo que la gente del interior del país habla (porque hablan el Guaraní), trato de regalarles las sonrisas, lo que nunca me falta. Me llama la gente un Pa’i de humor, de amabilidad. Son ventajas que puedo acercarme a la gente sencilla y los jóvenes del interior del país, los que son muy tímidos cuando se comunican con gente extraña. Como santa Teresita decía “Mi vocación es amor”. También yo quiero decir simplemente : “Mi vocación misionera es una sonrisa de Cristo” porque Jesucristo es un amigo de sonrisa, de alegría y de felicidad. Si cada uno sabe descubrir su talento propio que Dios nos da y ama a Jesucristo sinceramente, también puede hacer que otros lo aman.
Hemanos! Estamos en tiempo de Cuaresma, el tiempo de preparación para nuestra fiesta mayor, la Pascua. Vivamos bien y hagamos los talentos que Dios nos reparte. No le importa que hacemos las cosas grandes pero hagamos las cosas pequeñas con un gran alma, es alma misionera, vocación misionera que Dios nos infunde y nos quiere  hacerlo que crezca. Sean felices porque un santo triste es un triste santo. Hasta pronto.

- P. Antonio Tran Xuan Sang, SVD -
Administrador del Noviciado y Animador Vocacional