viernes, 14 de octubre de 2011

ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL



Introducción

El acompañamiento tiende a la integración de la vida toda desde la fe (Dios explícitamente incluso).

Quien hace de acompañante ha de pedir consejo, reconociendo sus errores, ya que las fallas son siempre subsanables.  Además, es preciso reconocer los estilos personales para acompañar.  Es muy importante notar que el adolescente capta los estilos que no so propios.

Características del acompañamiento

a.   Personalizado.  Se pasa de lo objetivo (líneas de maduración) a lo sub­jetivo, a donde la persona realmente se encuentra.  El proceso debe ser propio de cada individuo.
b.   Integrador.  Caben todas las áreas de la persona.  El acompañamiento debe entrar a todas las «partes» de la persona.
c.   Progresivo.  Hay que respetar y, a la vez, exigir los procesos.  En los adolescentes, sobre todo, hay que ser pacientes.  Que la persona tenga las herramientas suficientes para afrontar el tema de su vida requiere tiempo.

Características del acompañante

a.   Capacidad de objetivación, lo que no implica no involucrarse.
b.   Pedagógico.  El acompañante ayuda a crecer, forma.
c.   Confrontar.  Que el acompañado se de cuenta de lo que es.
d.   Exigir.
e.   Apoyo.  Hay que alentar, potenciar lo bueno de cada persona.

Qué hay que tener presente

a.   Ayudar a expresar lo que siente y vive la persona (ponerle nombre a la situación ayuda a enfrentarla).  Se debe gastar tiempo para desenmarañar la vida.
b.   Oír, escuchar, respetar a la persona y a su misterio.  Los datos no interesan, sólo importa comprenderla.  Hay que aprender a ganarse la confianza, a «perder» el tiempo (dar tiempo efectivo y afectivo).
c.   Tener cuidado con proyectar lo propio en el sujeto (traspasarse el rollo el uno al otro, y verlo todo desde la propia perspectiva).
d.   No encasillar a las personas por la primera imagen: no suponer nada.  Las personas necesitan vivir el proceso ellas mismas.  Los «standars» no funcionan, sólo ayudan.  Hay que comprender, no juzgar y no sacar con­clusiones apresuradas.
e.   No ir más rápido de lo que la persona puede ir, pero... exigir.  No impacientarse, aunque el acompañante tenga las cosas claras.  Hay que preguntarse cómo la persona puede encontrar sus propios caminos, corriendo todos los riesgos.
f.    No quedarse en lo anecdótico e ir más allá de lo accidental: que la vida de la persona se consolide.
g.   No vanalizar la experiencia del acompañado.  Conocer los problemas de cada persona desde su propia experiencia y consecuencias propias.
h.   Atender al lenguaje no-verbal: lo verbal es manejable, «discurseable», pero lo no verbal no.  Hay que creerle a lo no-verbal.
i.    No temer a los conflictos y crisis de las personas.
j.    Dejar hablar a la persona.  El «otro» es el personaje principal.
k.   Tener tiempo.  Tener verdadero interés por la persona.  Conversar en el lugar más tranquilo y cómodo, íntimo.

Temas importantes

          Se trata de los problemas concretos que no hay que dejarlos pasar.  Intuir el hilo conductor de lo que la persona va viviendo.  Se deben sacar  los deseos y entusiasmos de la persona.

a.   Familia.  Gozos, heridas, dolores.  Relaciones con los padres, tanto juntos como por separado.  Rol que ocupa la persona en la familia.
b.   Autoaceptación.  Autoestima, imágenes, historia personal (heridas).  Cómo me acogen y cómo acojo.
c.   Sexualidad.  Relaciones mutuas, masturbación, relaciones sexuales (homo­sexualidad, juegos, etc.).  Identidad sexual, fantasmas, genitalidad, cuerpo, etc.
d.   Afectividad.  Querer y salir de sí.  Inseguridades reales y provocadas. Soledad.
e.   Espiritualidad.  Relación con Dios.  Dios y vida.  Imagen de Dios (padres). Cómo personalizar a Dios y a la experiencia de Dios.  La personalización implica la relación.  Cómo la experiencia de EE. EE. se lleva a la vida.  Enseñar a rezar.
f.    Experiencias de servicio.  Potencialización de lo mejor de sí.
g.   Temas académicos.  En los colegios, se juega la vida: vocación.  Univer­sidad.

Pistas

a.   ¿Quiénes son los modelos?  Muestran a dónde se quiere ir.  Carencias, fortalezas.
b.   Tiempo libre: casa.
c.   Hay que sanar los dolores y heridas de la gente.
d.   Poner atención a las culpabilidades.
e.   Aceptación del pasado.
f.    Adaptación a situaciones nuevas.
g.   Trago y pito.
h.   Vida sexual con las mujeres: prostitución, atraques, etc.

Criterios para «evaluar»

a.   Evolución de la imagen de sí.
b.   Evolución de la relación con los demás.
c.   Evolución de la imagen de Dios.
d.   Evolución de la libertad e integración de la vida.
e.   Evolución de las entrevistas: hondura y fineza espiritual en el lenguaje.

ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
PERSONAL

1.       Impresión general (¿cómo he estado?, ¿cómo me he sentido en el último tiempo?)

2.       Familia (las relaciones con mis padres y hermanos, mis actitudes en la casa...)

3.       Colegio - Estudios (responsabilidad, preocupación por rendir de acuerdo a mi capacidad, relación con los profesores)

4.       El curso (participación en las actividades, estima de los compañeros y relación con ellos)

5.       Comunidad (relaciones con los demás integrantes, con el Asesor; mi integración al grupo, mi participación en las actividades de la Comunidad...)

6.       Vida afectiva (mi vivencia de la amistad, relaciones con el otro sexo, pololeo...)

7.       Vida espiritual (oración personal, crecimiento en la fe, vivencia de los valores del Evangelio: amor, servicio, solidaridad, justicia, humildad, etc.; participación en los sacramentos: eucaristía, reconciliación...)

8.       Personalidad (simpatía, iniciativa, humor, responsabilidad, sociabilidad, capacidad de reflexión, trato con los demás, voluntad, fidelidad, carácter, etc...)

9.       Logros (aspectos de mi crecimiento como persona en los que creo haber tenido éxito en este último tiempo)

10.     Problemas (¿cuáles son los principales desafíos o dificulta­des que enfrento en este momento?)


ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL PERSONAL

ESTUDIO DE CASO

          A continuación, se te plantea un caso concreto de «Acompañamiento Personal».  Ahora bien, donde dice «Intervenciones posibles del Guía», debes elegir de entre las cinco reacciones, la que te parezca más apropiada para ayudar a «Marcelo».  Después de la última intervención de «Marcelo», debes escribir lo que le dirías para continuar la entrevista.  El caso presenta cuatro momentos distintos -no necesariamente seguidos en el tiempo- de la entrevista.

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          Hace un tiempo que a «Marcelo» se le veía nervioso y poco comunicativo en las reuniones.  Por eso que cuando pidió hablar con su guía-asesor de grupo, éste aceptó gustosamente, pues lo estaba esperando sin saber exactamen­te qué tenía que hacer...


1.-     Hace tiempo que quería conversar contigo y pedirte ayuda.  la verdad es que me cuesta, me da cierta vergüenza, no sé cómo decírtelo... y veo que tienes siempre mucho qué hacer.

          Intervenciones posibles del guía

          a.       Deberías tener más confianza y hablar sin rodeos.

          b.      Si te sientes aproblemado, lo mejor es escribir lo que te aproble­ma y analizarlo.  Rezas sobre el asunto y listo.

          c.       Toda la gente de tu edad tiene problemas.  Sin problemas que solucionar la vida no tendría sentido.

          d.      Me alegro verte.  ¿Cuál es el problema que te cuesta tanto contar?

          e.       Por la cara que tienes, me parece que se trata de algo muy impor­tante para ti, y que te preocupa mucho.

          Señala la intervención que más te convence y cuáles son tus razones.

2.-     Bueno, resulta que para no perder tiempo y estudiar, mis papás quieren que deje la comunidad.

          Intervenciones posibles del guía

          a.       Sería una tontera.  Un joven sin una comunidad de amigos no crece.

          b.      Podrías hacer un trato con tus papás: seguir en el grupo por un tiempo más y después se verán las cosas.

          c.       Es típico de tu edad tener este tipo de problemas en su casa.  Con el tiempo casi siempre se superan.

          d.      ¿Qué piensas tú del asunto?  ¿Has pensado qué hacer si dejas tu comunidad?

          e.       ¡Me imagino lo difícil que te resulta todo esto!  Siento que esta situación te afecta a ti y a tus papás que te quieren tanto.

          Señala la intervención que más te convence y cuáles son tus razones.

3.-     Quisiera encontrar una solución que sea justa también para mis papás.  Me están presionando pero ellos sufren también.

          a.       Los papás ya han hecho sus opciones.  Tú tienes que responder por la tuya en forma consciente.

          b.      Tal vez se pueda hablar con ellos y llegar a un acuerdo, una especie de trato.  Las cosas no son blancas y negras.

          c.       ¿Crees que la única razón por la que quieres dejar el grupo es el estudio?  ¿Por qué te duele tanto la presión de tus papás?

          d.      Quizás tú te sientes culpable por la falta de presencia tuya en la casa, por no responder al esfuerzo que hacen tus papás en la forma como te gustaría hacerlo.  Quieres hacer tu parte y no sabes cómo.  Esto te hace sufrir.

          Señala la intervención que más te convence y cuáles son tus razones.

4.-     En realidad esto me tiene cansado.  Para colmo, entre mis papás no está bien la cosa.  Hay problemas que vienen arrastrando.  Creo que en el fondo es la razón que me tiene más preocupado.

          ¿Qué intervención harías frente a esta reacción y por qué?

DISTINTAS ACTITUDES Y ESTILOS DE INTERVENCIÓN

          En la relación de ayuda, se dan algunas formas típicas de intervención:

a.       El moralizador.  Es el que juzga la situación que se le plantea, emite juicios de valor y se centra en lo que -para él- es el «deber ser».

b.      El solucionador.  Pretende conocer la mejor respuesta a cada problema.  Da soluciones fáciles, considerando que no hay problema tan grande ni tan complejo como para que él no le encuentre de inmediato salida.  A menudo dice: «se ahogan en un vaso de agua».  Tiende a centrarse en el problema, pres­cindiendo de la persona.

c.       El consolador.  Siempre conoce un caso parecido.  Está convencido de que «mal de muchos, consuelo de tontos», y trata a su entrevistado como si no fuera capaz.  Desestima la importancia que atribuye el otro a su problema.  Tiende a «vanalizar» los problemas.

d.      El interrogador.  Hace preguntas para que el otro vaya aclarando y analizando su problema, las causas de éste, las posibles soluciones y las consecuencias que implican esas soluciones que se encuentren, si se llega a eso.

e.       El espejo.  Refleja los sentimientos del entrevistado.  Va a un nivel más allá de los hechos, que se plantean a nivel afectivo, lo que está viviendo, haciéndolo más integrado.  Refleja lo vivido por la persona, haciéndole avanzar.