miércoles, 12 de octubre de 2011

BIENAVENTURANZAS DE LA PASTORAL VOCACIONAL

  •                  Felices las comunidades pobres y necesitadas de vocaciones, porque desde su generosidad, harán camino y experiencia del Dios Providente que no descuida su viña.
  •                    Felices los pacientes, porque tienen la capacidad y la posibilidad de acompañar vocaciones, de respetar el tiempo de cada uno, de escuchar, de amar y de glorificar al Espíritu Santo que siempre actúa en quienes se abren a la apasionante aventura de buscar, discernir y responder a su llamado.
  •                   Felices los que tienen hambre y sed del Reino, porque sabiéndolo con nosotros vivirán el misterio de la vida y de la fe solidariamente.
  •                   Felices los laicos, porque con sus manos y corazón construyen un mundo más humano y dignifican y santifican el trabajo.
  •        Felices los religiosos, religiosas, consagrados y consagradas, porque testimonian con sus vidas la fraternidad y el amor universal. Felices las comunidades contemplativas que, en silencio y oración, alaban a Dios e interceden por la Iglesia y el mundo.
  •        Felices los sacerdotes porque, animando las comunidades con la Palabra, los Sacramentos y la vida, hacen visible a Jesús Pastor Bueno que es siempre fiel a su rebaño. Felices los diáconos, porque con su caridad hacen visible a Cristo-Servidor.
  •        Felices los que entregan sus vidas más allá de sus fronteras, porque la semilla plantada siempre dará fruto.
  •        Felices los que sufren, porque, unidos al Redentor, vivirán la alegría de dar vida en nuevas vocaciones y en la experiencia de maternidad y paternidad espiritual recibirán el “ciento por uno”.
  •        Felices ustedes, cuando por actuar en el servicio de animación vocacional vivan la incomprensión, porque a pesar de las dificultades, crean la Iglesia y esperan con Ella el futuro.
  •                  Felices todos, porque, habiendo respondido al llamado de ser discípulos  misioneros y habiendo aceptado el desafío de acompañar, disciernen con los ojos de Dios que les dará siempre su gracia. Amén.