miércoles, 12 de octubre de 2011

PASTORAL VOCACIONAL


Los Misioneros del Verbo Divino te invitamos a caminar dejándote conducir por JESÚS, escucha muy atentamente su llamada, tal vez te necesita para una misión muy específica en el mundo. Somos 6500 hombres sirviéndole a Dios en los cinco continentes y en unos 70 países, porque para nuestra congregación el mundo es nuestra parroquia, y si tu quieres ser parte de nuestra familia misionera y universal, haz la siguiente reflexión y escríbenos.

DISCERNIMIENTO VOCACIONAL - 7 PASOS

         Estas cinco líneas de pastoral vocacional son propuestas de trabajo, que de una u otra forma nos puedan servir tanto para enriquecer la comunidad parroquial y despertar vocacionales como para enriquecer la animación vocacional de nuestra provincia. Cuánto les agradecería por su acogida al respecto para que un día pueda desarrollar este trabajo en su parroquia. Afectísimo en Cristo. Jaime

1. Oración 
¿Señor, qué quieres que haga? (Hch 22,10).


           La vocación no es algo que tú inventas; es algo que encuentras. No es el plan que tú tienes para tu vida sino el proyecto que Jesús te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas sino una llamada a la que respondes. 
Si quieres descubrir tu vocación, dialoga con Jesús. Sólo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar. 
En el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: «ven y sígueme» (Lc 18,22); o bien, escucharás que te dice: «vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti» (Lc 8,39).


2. Percepción 
Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía (Jr 20,9).

            Para descubrir lo que Dios quiere de ti tienes que escuchar, mirar y experimentar. Para esto necesitas hacer silencio interior y exterior; el ruido te impide percibir.

Presta atención a lo que se mueve en tu interior: tus deseos, tus miedos, tus pensamientos, tus anhelos, tus inquietudes, tus proyectos. Escucha tanto a los que aprueban tu inquietud como a los que la critican. Aprende a mirar a los hombres y mujeres que te rodean: ¿qué te está diciendo Jesús a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de su desesperanza, de su necesidad de Dios? 
Ve tu historia: ¿Por cuál camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles han sido los acontecimientos más importantes de tu vida? ¿Qué personas concretas han sido significativas para ti?, ¿por qué? 
Contempla el futuro: ¿qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios?

Tienes sólo una vida, ¿a qué quieres dedicarla?
Ten cuidado en discernir si tu inquietud y la atracción que sientes son signos de una verdadera vocación consagrada o son manifestaciones de que Dios quiere que intensifiques tu vida cristiana como seglar.
Al dar este paso podrás decir: «Descubro que Dios quiere algo especial de mí». «Siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios y al servicio de los demás».

3. Información
Observen ustedes cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; cómo es la tierra, fértil o estéril; con vegetación o sin ella (Nm 13,18, 20).

         Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No basta con querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas. 
Para descubrir tu lugar en la Iglesia es conveniente que conozcas las diversas vocaciones. Investiga cuál es la espiritualidad que viven los sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones religiosas; y siente cuál de ellas te atrae. Ve cómo viven: no es lo mismo una congregación contemplativa que una de vida apostólica. Infórmate sobre cuál es su misión y por qué medios pretenden realizarla: enseñanza, hospitales, dirección espiritual, promoción vocacional, misiones, predicación de ejercicios, medios de comunicación, etc. Conoce quiénes son los principales destinatarios de su apostolado: jóvenes, pobres, sacerdotes, enfermos, niños, seminarios, ancianos, etc. 
Aunque ordinariamente cuando se experimenta la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una vocación específica, vale la pena que dediques algunas horas a informarte más a fondo sobre esa vocación y sobre otras.

Al dar este paso podrás decir: «Me atrae la espiritualidad, el estilo de vida y el apostolado de esta congregación». «Posiblemente Dios me está llamando a consagrarle mi vida o a ingresar al seminario».

4. Reflexión
Si uno de vosotros quiere construir una torre ¿no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: «Éste comenzó a edificar y no pudo terminar» (Lc 14,28-30).

           La vocación es una empresa demasiado grande, ¡y es para toda la vida! Por eso no te puedes lanzar sin antes haber reflexionado seriamente sobre ti y sobre la vida que pretendes abrazar. 
Descubre cuáles son tus capacidades y limitaciones. Piensa si podrás vivir las exigencias que implica la vocación —contando desde luego con la gracia de Dios—. ¿En qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama? ¿Qué razones en favor y en contra tienes para emprender ese camino? ¿Qué es lo que te atrae y qué lo que no te gusta de ese estado de vida? 
Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de su voluntad. Quiere que utilices tu inteligencia para buscar tu vocación. Con la luz del Espíritu Santo podrás descubrir lo que Dios quiere de ti.

No pienses que llegarás a tener certeza absoluta de lo que Dios quiere de ti: algo así como tener un contrato firmado por él. Lo que encontrarás serán signos que indican cuál podría ser el proyecto que tiene para ti. Al descifrar esos signos podrás tener certeza moral de su llamado. Yo tengo certeza absoluta de que no puede haber un círculo cuadrado, y tengo certeza moral de que la silla en la que estoy sentado no se va a romper. La certeza moral es la que necesitas para actuar. 
Al dar este paso podrás decir: «Creo que Jesús me llama a seguirlo». «Creo que, con la ayuda del Espíritu Santo, podré responder».


5. Decisión 
Te seguiré vayas adonde vayas (Lc 9,57).

             Habiendo descubierto lo que Dios quiere de ti, decídete a seguirlo. 
Tomar tal decisión es difícil. Sentirás miedo. Tus limitaciones te parecerán montañas: «¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho» (Jr 1,6). Sin embargo, a pesar de tus limitaciones —o mejor, con todas ellas— responde como Isaías: «Aquí estoy, Señor, envíame» (Is 6,8). 
Decir el «sí» con el cual comprometes toda tu vida es una gracia. Pídele al Espíritu Santo que te dé esa capacidad de respuesta. No afrontar la decisión equivale a desperdiciar tu vida. 
Para iniciar el camino de la vocación no esperes tener certeza absoluta de que Dios te llama (“el contrato firmado”); te basta la certeza moral. La decisión es un paso en la fe; es un acto de confianza en tu amigo Jesús.

Al decidirte a seguir radicalmente a Jesús es normal que tengas dudas de si podrás con las exigencias y si llegarás al final. Pero de lo que no puedes dudar es de lo que tú quieres. 
Al dar este paso podrás decir: «Quiero responder a la llamada de Jesucristo». «Quiero consagrar mi vida a Dios». «Quiero servir a mis hermanos». «Quiero ingresar en esta congregación religiosa». «Quiero ser sacerdote».


6. Acción

Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron (Mt 4,21-22).

             Una vez tomada la decisión, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo; lánzate con miedo. 
Pon todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No cedas a la tentación de diferir tu ingreso a una casa de formación: «Te seguiré, Señor; pero déjame primero…» (Lc 9,61). 
Con tu decisión has comprometido todos los momentos posteriores; en el futuro busca cómo ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día: vivir todo momento en coherencia con lo decidido; dirigir cada paso hacia la meta.

¿Y cuando venga la dificultad? ¡Perseverar! El camino que emprenderás es difícil; más de lo que ahora crees. Prepárate para la lucha; deberás enfrentar problemas y superar obstáculos. Jesús te dice: «El que quiera acompañarme, que renuncie a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y me siga» (Lc 9,23).
El sendero es arduo, pero María te acompaña y el Espíritu Santo te fortalece para que puedas recorrerlo. Además, no se trata de cargar hoy la cruz de toda la vida sino sólo la de hoy; y así cada día. Al dar este paso podrás decir, como Pedro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28).

7. Dirección espiritual
Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas 
(Hch 22,10).

      La dirección espiritual no es, en realidad, un paso más en el proceso de discernimiento vocacional; es un recurso que puedes aprovechar en cada uno de los pasos anteriores.

El director espiritual te motivará a orar y a percibir los signos de la voluntad de Dios; te indicará dónde obtener la información y te ayudará a reflexionar. En el momento de la decisión se alejará de ti para que tú frente a Jesús libremente respondas a su llamado. Te ayudará a que te prepares convenientemente para ingresar en una casa de formación.
Si bien es cierto que la vocación es una llamada de Dios que nadie puede escuchar por ti ni responder a ella en tu lugar, también es verdad que necesitas de alguien que te acompañe en tu discernimiento vocacional. 
Es fácil hacerse ilusiones: podrías creer que es un llamado de Dios lo que tal vez sea sólo un deseo tuyo, o bien podrías pensar que no tienes vocación cuando en realidad Dios te está llamando. Dialoga con tu director espiritual para clarificar la autenticidad de tu vocación. 
Jesucristo, después de habérsele aparecido a Pablo en el camino de Damasco, le dijo que fuera con Ananías, y que éste le indicaría cuál era la voluntad de Dios. Aunque Cristo hubiera podido decirle a Pablo lo que esperaba de él, quiso valerse de Ananías para hacerle descubrir su vocación (cf Hch 22,10-15). 
En el discernimiento del proyecto de Dios sobre ti no puedes prescindir de la mediación de la Iglesia.

* * * * *
Descubrir tu vocación no es fácil, pero tampoco es imposible. Si con sinceridad te pones a buscar la voluntad de Dios y realizas los pasos que aquí te sugiero, creo que podrás encontrarla. 
De muchos modos Dios te está revelando la manera como quiere que colabores en la instauración de su Reino. Él es el más interesado en que tú descubras y realices tu vocación. Por eso haz oración, dialoga con el promotor vocacional, o con el misionero del Verbo Divino más cercano a ti, percibe, infórmate, reflexiona, decídete y actúa.


Si te sientes llamado a servirle a CRISTO como Misionero del Verbo Divino, te invitamos a caminar con nosotros. Y envíanos la siguiente información:


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